Nuevo LMM (Los Mejores Murciélagos)

Hoy en LMM el primer gran murciélago Eduardo Cubells.

Eduardo Cubells Ridaura (17/01/1900). Primer internacional de la entidad, entrenador en la segunda liga victoriosa y secretario técnico casi vitalicio, Eduardo Cubells fue, antes, un crío intrigado por los tipos raros que pateaban una esfera de cuero en un solar de su barrio de Algirós (en el reparto de motes, casi inevitable en la época, le tocó el de 'Cucala' en recuerdo de un guerrillero carlista, recibido de chico

por lo mucho que le gustaba mandar). A los 20 años ya había pasado por varios equipos incipientes y por el Español, antecesor del Valencia, aunque la fundación de éste lo pilló trasladado a Sevilla con su familia. Allí se hizo amigo de Juan Armet, el popular Kinké, y se empapó de lo que se llamaba la escuela sevillana, fundada en el cariño a la pelota y la brillantez un tanto afiligranada.

Cubells los adobó con inteligencia, tan zorruna como su aspecto anguloso. Nada más reaparecer en Algirós, asociado a Montes, el Valencia empezó a marcar la diferencia. Es conocida la división casi veronesa de la afición entre cubellistas y montistas, que, a pesar de su amista

d privada, los dos jugadores no dejaron de alimentar. Los segundos eran mayoría, aunque para los cubellistas se tratase de herejes del fútbol. Sobre el rectángulo, sin embargo, Montes iba por libre, mientras Cubells lideraba a sus compañeros mediante un reparto preciso y algo discrecional del juego, con el atril instalado en su puesto de interior derecho. Hasta la llegada del checo Fibver (como es sabido, primer entrenador oficial del club) ejerció de entrenador en el campo. Los montistas más acérrimos silbaban sus gestos de director de orquesta.

Con sentido taurino del engaño, propio de su aprendizaje sevillano, Cubells fintaba, atraía y servía. Su aliado natural era Rino, nacido también en Algirós, al que alimentaba con balones que habrían hecho feliz a cualquier extremo. Goleaba, asímismo, con profusión, a menudo con cabezazos de una técnica perfecta. Durante casi una década lanzó los penaltis de forma infalible, salvo que decidiera fallarlos por injustos (ganando 6-1 al Gimnástico, entregó uno al portero y el azulgrana Arnet, ofendido, voleó el saque contra su portería para devolver el favor).

Durante buena parte de su carrera coqueteó con el Español, al que acompañó en una gira por América. Tuvo cinco partidos internacionales, todos ganados sin encajar un gol (uno de ellos a Italia, en Mestalla). Llegó al estreno por poco, pues, en el partido de preparación, el madridista Quincoces le rompió una muela. Cubells quitó importancia al incidente, asegurando que, de todas formas, estaba careada. Al volver de la selección, pidió dinero por jugar en una visita a Alicante. Hubo crisis, apartamiento del equipo, cruce de cartas abiertas y, al fin, un olvido pactado. Al mismo tiempo, conforme a los usos del semiprofesionalismo, explotaba un negocio de ultramarinos.

A los 28 años recibió, de mal grado, la baja, pero no hizo ningún intento de pasar a la competencia. Al poco ingresó en la recién fundada comisión técnica, que hacía las alineaciones con el entrenador, y acabó por integrarla él solo. Tuvo su homenaje, muy tardío, contra el Sevilla en 1944. Como director técnico, fue pieza fundamental durante veinte años (dos temporadas a cargo del primer equipo) y, en su etapa final, centro de las turbulencias de una grada disconforme con la evolución de la plantilla. Su dimisión en 1959 arrastró la del presidente Luis Casanova, que había prometido irse con él.

Sempre Amunt!!!!!